![]() Este mensaje viene de mí, pero son mis hijos y mi amada quienes lo están poniendo en papel. Yo mismo ya no logro encontrar las palabras. Siento lo que quiero decir todavía, lo que quiero dejarles, pero no consigo ponerlo en palabras. Un cáncer maligno ha afectado a mi cerebro. Me ha comido las palabras, ha destrozado mis idiomas, ha atentado contra mi intelecto. Y me deja con el tiempo contado. Pero sí me ha dejado lo suficiente como para comprender muchas cosas: sobre todo en ese comprender sentimental, que no requiere palabras, todavía no he perdido nada de mi fuerza y mi profundidad de antes. Lo que siento y lo que comprendo, este último mensaje, es lo que quiero compartir con ustedes. Así está bien. Desde luego hay tantas cosas que aún quisiera vivir, descubrir, nuevos estímulos que quisiera buscar. Pero así son las cosas, y no soy quien va a lamentar lo que pudo haber sido. Estoy contento con la vida que he vivido, con las personas que he conocido o amado, con los momentos que he podido compartir con ellas. Usando las palabras de uno de mis autores favoritos: Confieso que he vivido. Mi vida se ha cumplido. Me siento contento, y me acerco a la muerte con serenidad. Para poder partir en belleza, deseo yo mismo escoger yo mismo la hora de mi muerte. Me gustaría que las muchas personas queridas que me conocen comprendan esto, e incluso puedan sentirlo — como yo lo siento — que así está bien.1 Para terminar, un poema que escribí hace unos años:
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